Resúmenes amplios

INFECCIÓN POR SARS-COV-2 Y SÍNTOMAS DE DEPRESIÓN Y ANSIEDAD


Londres, Reino Unido
Aunque diversos estudios han vinculado la infección por SARS-Cov-2 con síntomas de depresión y ansiedad; esta asociación es pequeña, se observa principalmente en el corto plazo desde la infección, afecta mínimamente a personas jóvenes y está más relacionada con otros factores como las comorbilidades y los antecedentes de trastornos de salud mental.

Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry 92(12):1254-1258

Autores:
Steves CJ, Klaser K, Thompson EJ

Institución/es participante/s en la investigación:
Kings College London

Título original:
Anxiety and Depression Symptoms After COVID- 19 Infection: Results from the COVID Symptom Study app

Título en castellano:
Síntomas de Ansiedad y Depresión luego de la Infección por COVID-19: Resultados de la Aplicación de Estudio de Síntomas

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
2.75 páginas impresas en papel A4

Introducción y objetivos

Investigaciones acerca de coronavirus previos han asociado este grupo de virus con mayor riesgo de trastornos neurológicos. Asimismo, estudios de casos y hallazgos referidos a los efectos de la infección por SARS-CoV-2 sobre el sistema nervioso central han generado la hipótesis de que los síntomas de depresión y ansiedad (SDA) podrían ser más prevalentes en quienes han sido infectados.

Se han observado mayores SAD en la población general luego de iniciada la pandemia en comparación con momentos previos a esta, independientemente del estado de infección y luego de ajustar por datos socioeconómicos, mientras que diversas investigaciones han informado mayor riesgo de trastornos de ansiedad y del estado de ánimo tres meses después de la infección en los sobrevivientes de COVID-19. Es necesario, entonces, determinar si existe relación entre la infección viral y los SAD bajo control de otros factores de confusión como pueden ser el aislamiento y las medidas restrictivas aplicadas para el control de la expansión viral.

El objetivo del presente estudio fue valorar la prevalencia de SAD en personas que padecieron la infección por SARS-CoV-2 en comparación con aquellos no infectados a través del análisis de datos obtenidos de una aplicación móvil sobre síntomas de COVID-19.

 

Pacientes y métodos

Se obtuvieron datos sobre la infección por COVID-19 en una cohorte poblacional grande a partir de la aplicación móvil denominada “COVID Symptom Study app” desarrollada por la compañía Zoe Limited en conjunto con entidades educativas y de salud.

La aplicación tuvo su lanzamiento el 24 de marzo de 2020 y permitía a los usuarios informar diariamente su estado de salud (sintomático o asintomático), resultados de estudios de SARS-CoV-2 y estado de vacunación. Además, recababa datos demográficos y clínicos como la edad y el sexo, el peso y la talla, la presencia de comorbilidades y si pertenecían al grupo de trabajadores de la salud. La aplicación permitía ser modificada para abordar preguntas de investigación que surgieran posteriormente.

Se utilizaron datos de individuos que no pertenecían al grupo de trabajadores de la salud, que informaron el resultado de un test de SARS-CoV-2 y que contestaron una encuesta sobre salud mental entre febrero y abril de 2021. Los trabajadores de la salud fueron excluidos debido a que su experiencia durante la pandemia probablemente fue distinta.

Los SAD fueron medidos a través de los cuestionarios denominados Generalised Anxiety Dissorder Assesment-2 (GAD-2) y Patient Health Questionnaire-2 (PHQ-2); estos incluyen dos preguntas que examinan síntomas durante las dos semanas previas a su aplicación. Cada pregunta recibe un puntaje de 0 a 3 según la frecuencia de sentimientos referidos en determinada situación; por lo tanto, cada cuestionario posee un rango de puntaje de 0 a 6. Como estudios previos han establecido un punto de corte óptimo para trastornos de ansiedad o depresión en un puntaje ≥ 3 con una sensibilidad > 80%, entonces se generó una variable dicotómica que agrupó a los participantes en aquellos con puntaje ≥ 3 o < 3 en cualquiera de los dos cuestionarios (GAD-2 o PHQ-2).

Se realizaron análisis de regresión logística para estudiar la asociación entre el estado de salud mental y el resultado positivo a un test de SARS-CoV-2; se ajustó por edad y sexo, por grupos según el índice de masa corporal (IMC) y por comorbilidades, las cuales incluyeron las discapacidades de aprendizaje. Se aplicó una ponderación de probabilidad inversa para la probabilidad de hacerse la prueba de SARS-CoV-2. Los datos fueron presentados a través de estadística descriptiva. Adicionalmente se empleó regresión logística estratificada por grupos de edad. También se realizó análisis sensitivo estratificado por la presencia de trastornos de salud mental previos a la pandemia.

En aquellos que presentaron un test de SARS-CoV-2 positivo se valoró la asociación entre el tiempo transcurrido desde este resultado y los SAD agrupados según sea este lapso < 30 días, entre 30 y 60 días, entre 60 y 90 días, entre 90 y 120 días o > 120 días, tomándose al último grupo como referencia.

Los datos fueron extraídos y procesados con ExeTera, una biblioteca tipo Panda desarrollada por el King's College London, mientras que para el análisis estadístico se utilizó Python.

 

Resultados

En el período estipulado, 421 977 individuos que no eran trabajadores de la salud (edad: 18 a 99 años; IMC: 15 a 55 kg/m2) contestaron el cuestionario de salud mental y registraron el resultado de una prueba de SARS-CoV-2, de las cuales 386 150 dieron negativo y 35 827 fueron positivas. De estas últimas, 26 998 fueron resultados de PCR o de flujo lateral; los resultados de pruebas de anticuerpos positivos (8829) fueron excluidos, ya que se desconocía el tiempo desde la infección.

Del total de participantes 26.4% (n = 109 116) tuvieron un puntaje ≥ 3 en GAD-2, en PHQ-2 o en ambos. Los participantes con SAD eran más jóvenes, mayormente mujeres y con más comorbilidades en comparación con aquellos no afectados. Entre quienes presentaban SAD según el corte establecido en los cuestionarios, 38.06% (n = 41 525) informó haber recibido un diagnóstico de trastorno de salud mental previo a la pandemia y un 5.79% tenía discapacidades de aprendizaje (n = 6320).

La infección por SARS-Cov-2 se asoció con SAD (odds ratio [OR]: 1.08; intervalo de confianza [IC] del 95%: 1.07 a 1.10; p < 0.001). Sin embargo, las asociaciones más fuertes con SAD se observaron en aquellos participantes que tenían un IMC no saludable, determinado como bajo peso (OR: 1.26; IC 95%: 1.22 a 1.30; p < 0.001), sobrepeso (OR: 1.21; IC 95%: 1.20 a 1.22; p < 0.001) y obesidad (OR: 1.61; IC 95%: 1.59 a 1.62; p < 0.001). También presentaban más riesgo de SAD aquellos que informaron al menos una comorbilidad (OR: 1.25; IC 95%: 1.24 a 1.26; p < 0.001) o que tenían discapacidades de aprendizaje (OR: 1.35; IC 95%: 1.33 a 1.37; p < 0.001).

El mayor riesgo de SAD lo reflejaron los participantes que informaron un diagnóstico de trastorno de salud mental prepandemia (OR: 2.26; IC 95%: 2.24 a 2.28; p < 0.001). Sin embargo, no se observó una diferencia significativa en el pequeño aumento general de las probabilidades de SAD con la infección por SARS-CoV-2 entre aquellos con antecedentes o condiciones de salud mental previas (OR: 1.09; IC 95%: 1.06 a 1.12; p < 0.001) y aquellos sin esta historia previa (OR: 1.09; IC 95%: 1.07 a 1.10; p < 0.001).

La estratificación por grupos de edad demostró que no existió asociación entre una prueba de SARS-CoV-2 y SAD en personas jóvenes (< 40 años), mientras que las variables referidas a sexo, comorbilidades e IMC se mantuvieron iguales que en el análisis general.

Se observó un cambio en la relación entre la infección por SARS-CoV-2 y los SAD a través del tiempo, con un mayor riesgo en aquellos participantes diagnosticados con COVID-19 en un período < 30 días previos a la aplicación del cuestionario en comparación con aquellos que recibieron el diagnóstico pasados más de 120 días (OR: 1.15; IC 95%: 1.10 a 1.2; p < 0.001).

 

Discusión

En este amplio estudio basado en la población se observó una pequeña asociación positiva entre la infección por SARS-CoV-2 y los SAD. Sin embargo, esto se ve minimizado por la asociación entre SAD y otros factores de riesgo ya conocidos, como el IMC, el sexo y las comorbilidades. Los resultados fueron robustos en el análisis sensitivo estratificado por el diagnóstico previo de algún trastorno que afectase la salud mental. Sumado a ello, en las personas jóvenes menores de 40 años no se encontró relación entre las variables estudiadas.

La asociación informada entre SARS-CoV-2 y SAD varía a lo largo del tiempo, observándose de manera más intensa en aquellos que recibieron una prueba de COVID-19 positiva en un período < 30 días previo a la realización del cuestionario, situación que sugiere un efecto a corto plazo de la infección sobre la salud mental, el cual también podría deberse a otros factores relacionados a la pandemia que sufren modificaciones en el tiempo, como puede ser el aislamiento.

La prevalencia de SAD observada en este estudio (26.4%) es mayor que los valores de problemas de salud mental en la población general del Reino Unido informados prepandemia (18.9% en 2018) pero es comparable con los niveles hallados en abril del 2021 (27.3%) según un estudio que no vinculó sus datos con la infección por SARS-CoV-2. Una investigación reciente realizada en 1112 individuos sugiere una asociación positiva entre síntomas de COVID-19 y SAD entre los meses 1 a 7 luego de la infección (OR 1.31 a 1.47); el beneficio del estudio actual es el tamaño muestral ampliamente mayor.

Se consideran como limitaciones de la presente investigación que los datos fueron autoinformados en la aplicación móvil y puede representar desproporcionadamente a la población más acomodada; que solo se obtuvo información sobre los SAD en un punto de corte específico transversal; que si bien se aplicó ponderación para la probabilidad de hacerse la prueba del virus, los resultados que se refieren al tiempo transcurrido desde la prueba pueden estar sesgados debido a la capacidad limitada de prueba al principio de la pandemia y, finalmente, que existe un riesgo de sesgo de selección o de informe propio de los cuestionarios que valoran la salud mental.

Se requieren análisis futuros de bases de datos longitudinales con diferentes estructuras de información para corroborar y completar los hallazgos.

 

Conclusiones

El estudio sugiere una escasa asociación entre la infección por SARS-CoV-2 y los SAD, principalmente en adultos mayores de 40 años, que es pequeña en relación con los factores de riesgo conocidos como son los antecedentes de enfermedad médica o mental previa o a un IMC no saludable.

La asociación fue más evidente en individuos infectados recientemente. Esto sugiere un efecto de corta duración de la infección por SARS-Cov-2 sobre la salud mental.

Investigaciones posteriores podrían ayudar a comprender factores que mejorarían la salud mental luego de la infección por SARS-Cov-2.

 



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