Resúmenes amplios

ENTEROPARASITOSIS EN UNA POBLACIÓN DE BUENOS AIRES, ARGENTINA


Buenos Aires, Argentina
El presente estudio constituye el primer relevamiento acerca de las enteroparasitosis en una población infantil, en el municipio de Hurlingham, Buenos Aires, Argentina. Se estima la prevalencia y se identifican los factores socioeconómicos y ambientales asociados con este tipo de infecciones.

Medicina Buenos Aires 82(6):891-897

Autores:
López Arias L, De La Fournière S, Farber M

Institución/es participante/s en la investigación:
Universidad Nacional de Hurlingham

Título original:
Enteroparasitosis in a Child Population of the Hurlingham District, Buenos Aires

Título en castellano:
Enteroparasitosis en una Población Infantil del Municipio de Hurlingham, Buenos Aires

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
2.64 páginas impresas en papel A4

Introducción

Los parásitos intestinales se transmiten al hombre mediante el contacto con animales, tierra o hierbas contaminadas con heces, o por medio del consumo de agua y alimentos contaminados. Las parasitosis intestinales se asocian con consecuencias desfavorables sobre la salud de las personas, especialmente durante los primeros años de vida, ya que pueden comprometer el crecimiento y el desarrollo cognitivo. La transmisión y la permanencia en el ambiente de estos agentes se ven favorecidas por los hábitos de vida poco saludables, y los entornos socioeconómicos desfavorables. La falta de acceso al agua potable, la higiene y el saneamiento ambiental deficiente y el hacinamiento son factores importantes de riesgo para las parasitosis intestinales.

Según estimaciones multidimensionales, en Argentina hay cuatro millones de niños y niñas en situación de pobreza, 1.2 millones de ellos con pobreza extrema, aunque con disparidades regionales sustanciales. En particular, en el 8.5% de la población del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), las necesidades básicas son insatisfechas. Según el observatorio de la Deuda Social Argentina, en 2019 el 5% de los hogares de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y el 40% de los hogares del Gran Buenos Aires (GBA) se encontraban en situación de pobreza con privaciones en educación, protección social, vivienda, saneamiento, acceso al agua o hábitat seguro. Los objetivos del presente estudio fueron determinar la prevalencia de enteroparasitosis en una población de niños asistidos en Centros de Atención Primaria para la Salud (CAPS) del Municipio de Hurlingham, e identificar posibles factores socioeconómicos y ambientales asociados.

Materiales y métodos

El estudio se realizó en el municipio de Hurlingham, ubicado en el segundo cordón del GBA, el cual se encuentra delimitado geográficamente por los Partidos de Tres de Febrero (Este), Morón (Sur), Ituzaingó (Oeste) y San Miguel (Norte). Las localidades del partido son William Morris, Villa Tesei y Hurlingham (localidad homónima al municipio). Se analizaron niños y niñas de 0 a 12 años de edad con residencia en el municipio, usuarios de los CAPS locales. Los participantes no presentaban síntomas al momento del estudio; su presencia en el Centro de Salud se debía a controles periódicos de rutina. Se realizó un muestreo por conveniencia entre abril y diciembre de 2019 en cinco CAPS ubicados en la periferia del distrito, tres de ellos localizados en William Morris y dos en Villa Tesei. Se brindó la instrucción necesaria para la recolección de muestras destinadas al estudio coproparasitológico y a la prueba de Graham. Se tuvieron en cuenta las características sociodemográficas, y los indicadores socioambientales y laborales. Las muestras de heces fueron procesadas por el método de flotación de Willis y el de sedimentación de Ritchie modificado, e inspeccionadas con microscopía óptica en el laboratorio de Parasitología de la Universidad Nacional de Hurlingham. Se utilizó la tinción Ziehl-Neelsen modificada y la tinción tricrómica para la identificación específica de parásitos unicelulares; se buscaron huevos de Enterobius vermicularis (100X). Los niños con diagnóstico parasitológico positivo recibieron tratamiento farmacológico, según indicación, y seguimiento médico. Para el análisis estadístico se utilizó un modelo lineal generalizado (regresión logística). El mejor modelo de ajuste fue seleccionado según el criterio de información de Akaike (AIC, por su sigla en inglés); los valores de p < 0.05 se consideraron estadísticamente significativos. Según la edad de los niños se analizaron tres grupos: de entre 0 y 3 años (etapa preescolar), de entre 4 y 7 años, y de entre 8 y 12 años (etapa escolar).

Resultados

Fueron analizados 130 niños, 66 de sexo femenino (50.8%) y 64 varones (49.2%) residentes en el Municipio de Hurlingham (63.8% de William Morris, 28.5% de Villa Tesei y 7.7% de Hurlingham). El 36.2%, el 49.2% y el 14.6% de los niños tenían entre 0 y 3 años, entre 4 y 7 años, y entre y 8 y 12 años, respectivamente. El 89.1% de los niños de más de 4 años estaba escolarizado.

En el 28.5% de los hogares, la madre o el padre tenía un trabajo formal con aportes jubilatorios; el 63.8% disponían de protección social, como asignación universal por hijo (AUH). Los pisos de las viviendas estaban constituidos por baldosas, cemento, madera y otros materiales en el 56.2%, 31.5%, 0.8% y 11.5% de los casos, respectivamente. Ninguna vivienda tenía piso de tierra. En relación con el tratamiento de las excretas, el 95.4% de las viviendas tenían baños con inodoros, y el 1.5% tenían letrinas. El 24.6% realizaba el descarte final de sus desechos en la red pública de cloacas y el 74.6% lo hacía en un pozo ciego; el 57.7% de estos últimos tenían cámara séptica.

En relación con la fuente de agua para consumo, el 46.9% de los niños consumía agua proveniente de la red pública, mientras que el 36.2% utilizaba agua subterránea, de pozo. El 15.4% utilizaba otras fuentes de consumo alternativas, tales como agua envasada, agua de lluvia o agua colectada a partir de una canilla pública comunitaria. En términos del entorno ambiental, es decir hasta los 300 metros de la vivienda, el 34.6% de los casos reconocía la presencia de basura acumulada en las calles, y el 61.5% refirió presencia de ratas o roedores en el peridomicilio. El 60% de los participantes refirió proximidad de la vivienda a un curso de agua superficial permanente.

Más de la mitad de la población infantil realizaba alguna de las siguientes actividades: jugaba en el suelo (83.8%), practicaba la geofagia (3.8%) o deambulaba (algunas veces) sin calzado (80.7%). El 10.2% de los niños residentes en las proximidades de un curso de agua superficial lo utilizaba de manera recreacional. En relación con los hábitos de higiene de los niños, el 96.1% lavaba sus manos al menos una vez al día, el 54.4% más de tres veces por día, y el 45.6% menos de tres veces por día. En el 57.2% de los casos, este hábito estaba vinculado a las actividades de alimentación (antes) y deposición (después). El 82.3% tenía, al menos, una mascota (por lo general perros) en los hogares.

La prevalencia global de enteroparasitosis fue del 57.7% (intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 48.7 a 66.3), con valores significativamente mayores en niños de entre 8 y 12 años (73.7%, IC 95%: 48.8 a 90.8), en comparación con los niños de entre 4 y 7 años (62.4%, IC 95%: 49.5 a 74.3) y de entre 0 y 3 años (44.7%, IC 95%: 30.1 a 59.8). En el 23.1% de los niños analizados se encontraron múltiples parásitos; esta condición fue más frecuente en los niños de más de 4 años.

Las especies más frecuentemente halladas fueron parásitos protistas (85.3%); se detectó infección por helmintos en el 41.3% de las muestras. Se identificaron siete especies de protistas y dos de helmintos; Blastocystis spp., Giardia lamblia, Cryptosporidium spp. y Enterobius vermicularisfueron los patógenos más prevalentes. Se encontró una vinculación entre la escolarización y la presencia de parásitos; la edad también se asoció de manera significativa con la presencia de parásitos. Sin embargo, la escolarización mostró un mejor ajuste según el AIC (escolarización: p < 0.01, AIC = 175; edad: p < 0.05, AIC = 183.3). En cambio, no se observaron asociaciones entre las diferentes actividades y la parasitosis.

Discusión y conclusión

El municipio de Hurlingham es un territorio de 36 km2 comprendido por tres localidades: William Morris, Villa Tesei y Hurlingham. Según estimaciones con datos del INDEC, en 2010 estas localidades presentaban los barrios con índices de calidad de vida más bajos del municipio. En el presente estudio, el 71.5% de las familias evaluadas del distrito no percibía ingresos formales, con un porcentaje elevado de la población con AUH. La prevalencia de enteroparasitosis en la población infantil, de 57.7%, coincide con la referida en otras poblaciones urbanas de la provincia de Buenos Aires, de entre 55.8% y 68.5%. Asimismo, las especies protistas detectadas fueron similares a las referidas en estudios previos, con excepción de Cryptosporidium spp. que suele presentar prevalencias más bajas. La infección por Enterobius vermicularisfue la identificada con mayor frecuencia. Ascaris lumbricoides fue el único geohelminto en las muestras, con una frecuencia baja en comparación con relevamientos anteriores. En la Argentina, la prevalencia de geohelmintiasis es variable (entre 9% y 38.7%), con distribución heterogénea, con áreas endémicas al nordeste y al noroeste, donde existen prácticas culturales que favorecen su transmisión. A pesar de identificarse algunos de estos hábitos en los niños evaluados (caminar descalzo, contacto con el suelo, entre otras), la ausencia de condiciones locales adecuadas, como humedad relativa y temperatura, explicarían la falta de desarrollo de huevos y larvas de estos parásitos.

Las parasitosis intestinales tienen consecuencias más desfavorables en las poblaciones infantiles ya que pueden, a largo plazo, inducir retraso en el crecimiento y alteración del desarrollo cognitivo. Es de esperar que los resultados aportados en la presente oportunidad permitan planificar estrategias destinadas a reducir el riesgo de transmisión local.



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