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La pandemia de enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19, por su sigla en inglés) habría provocado una reconfiguración de los servicios de salud. Esto podría tener un impacto negativo sobre la atención de diversas enfermedades y el control del embarazo. A pesar de que las embarazadas no parecen tener mayor riesgo de contraer COVID-19, el embarazo es considerado un factor de riesgo de COVID-19 grave, particularmente en el último trimestre. La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) afecta a numerosas mujeres en edad fértil. Al igual que la COVID-19, la EII en las embarazadas está asociada con resultados adversos maternos y fetales. Se estima que, durante el embarazo, un tercio de las pacientes con EII en remisión recaerán y casi dos tercios con enfermedad activa en el momento de la concepción tendrán más brotes. Por lo tanto, la EII debe ser controlada de manera eficaz y segura durante el embarazo. En la actualidad, se desconoce el impacto de la COVID-19 en las pacientes embarazadas con EII. Las medidas tomadas para frenar la pandemia podrían haber disminuido las consultas presenciales y el acceso a la salud. Para contrarrestar, se han implementado métodos virtuales para brindar atención médica durante la pandemia de COVID-19.
El objetivo del presente estudio fue investigar el impacto en la provisión de atención médica prenatal de la EII y el resultado del embarazo de las mujeres con EII durante la pandemia de COVID-19 en el Reino Unido.
Los autores analizaron de manera retrospectiva los datos clínicos de pacientes que acudieron a atención prenatal de la EII en 13 hospitales británicos entre marzo y agosto de 2020. Se incluyeron pacientes con un embarazo de cualquier edad gestacional. Los médicos especialistas en EII recopilaron datos sobre la demografía de los pacientes, el fenotipo de la enfermedad, el antecedente quirúrgico y las características del tratamiento. Además, se registró el tipo de encuentro con el paciente (presencial, telefónico o correo electrónico), el cambio del tipo de cita debido a la pandemia, y las pruebas solicitadas para la EII. Los médicos registraron si su práctica se apartaba de su atención habitual debido a los efectos de la pandemia (elección de tratamientos médicos, diagnóstico y seguimiento). También se analizó si los médicos optarían por otro tipo de cita o tratamiento clínico si no hubiera sido durante la pandemia. La actividad de la enfermedad se midió mediante la Physicians Global Assessment (PGA) y se utilizó el estado más grave de la afección durante el embarazo para todos los análisis. De las mujeres que dieron a luz durante el período de estudio, se registró la edad gestacional al nacer, el tipo de parto, el peso del bebé, el sexo y el estado nutricional, así como las complicaciones maternas y las anomalías congénitas.
La mayoría de los datos de presentaron de manera descriptiva. Se utilizó la prueba de chi al cuadrado para analizar la diferencia entre variables categóricas. El valor de p < 0.05 se consideró estadísticamente significativo.
Se incluyó a un total de 244 mujeres (promedio de edad: 31.3 años; 93.4% caucásicas), de las cuales 110 (45.1%) tenían enfermedad de Crohn (EC), 124 (50.8%) colitis ulcerosa (CU) y 10 (4.1%) EII sin clasificar (EII-SC).
Los datos sobre el estado más grave de la enfermedad durante el embarazo estaban disponibles para 232 mujeres. De estos, 139 (59.9%) estaban en remisión, 45 (19.4%) tenían actividad leve, 41 (17.7%) moderada y 7 (3.0%), grave. El 39.7%, el 21.5% y el 30.7% de las pacientes estaban medicadas con mesalazina, tiopurinas (tratamiento no interrumpido) y biológicos, respectivamente. Además, el 9% de las pacientes recibía corticoides. El tratamiento biológico se interrumpió en 22 casos (29.3%), con una mediana de edad gestacional de 28 semanas.
En total, se produjeron 460 encuentros con pacientes. De estos, el 68.2% se realizó de manera telefónica, mientras que solo el 3% de los encuentros se habría efectuado de esta forma en la práctica prepandémica (p < 0.0001). El número de contactos con la línea de asesoramiento sobre EII no fue diferente al de la práctica prepandémica. Se solicitaron pruebas para evaluar la EII en 107 encuentros (23.3%), que incluyeron 61 pruebas de calprotectina, 11 análisis de sangre, 17 pruebas de calprotectina y sangre, 8 estudios de imagen y 4 endoscopias. En el 94.1% de los encuentros los médicos informaron no haber brindado una atención diferente durante la pandemia. La atención divergente se produjo con poca frecuencia.
En lo referido a los resultados del embarazo, se produjeron abortos espontáneos en 9 casos entre las 5 y 13 semanas de gestación, y se realizaron dos interrupciones médicas del embarazo (un caso de triploidía y otro de exposición accidental a tofacitinib en un embarazo no planeado). Ciento veintitrés embarazos estaban en curso al terminar el estudio. Ciento diez mujeres dieron a luz 111 bebés vivos (un embarazo de gemelos) y no se produjo ningún mortinato. El nacimiento se produjo a una media de edad gestacional de 38.2 semanas (mediana de 39 semanas), con 12 (11.0%) partos antes de las 37 semanas de gestación. El parto por vía vaginal se logró en 62 mujeres (56.4%; 47 partos vaginales normales, 15 partos vaginales asistidos). No hubo diferencias en las tasas de parto vaginal entre la EC y la CU/EII-SC (53% frente a 59%; p = 0.44). De las 48 cesáreas (43.6%), 33 fueron programadas electivas y 15 fueron de urgencia. De las 33 cesares electivas, 12 (36.4%) se realizaron por indicación de EII. Se conoció el sexo del bebé en 96 casos (50 mujeres y 46 varones) y el promedio del peso al nacer fue de 3324 g. Hubo 5 casos de bajo peso al nacer. Se notificaron 4 defectos congénitos. La lactancia se registró en 34 de 88 (38.6%) casos documentados, y las pacientes expuestas a biológicos no tenían menos probabilidades de amamantar (p = 1). El 29.4% de los bebes requirió ingresos a unidades de cuidados especiales. Las complicaciones ocurrieron en 27 casos (24.5%) e incluyeron 21 problemas maternos relacionados con el trabajo de parto. Se registraron 3 problemas maternos vinculados con la EII. Fueron notificados cuatro problemas fetales (un retraso del crecimiento, 2 casos de sufrimiento fetal y un caso de síndrome de aspiración de meconio).
No se registraron infecciones por COVID-19 confirmadas, pero una mujer informó síntomas típicos de COVID-19. Esta paciente no requirió hospitalización (por lo que no se pudo confirmar un diagnóstico de COVID-19) y se recuperó sin secuelas ni para ella ni para el bebé.
La COVID-19 es un trastorno particularmente grave y mortal en sujetos adultos mayores, con comorbilidades relevantes, y en aquellos en terapia inmunosupresora, entre otros. Los pacientes con EII activa también se consideran de mayor riesgo, pero no está claro si el embarazo representa un factor de riesgo adicional. Lo que sí está claro es que el control de la embarazada con EII es clave para prevenir resultados adversos maternos y fetales.
En el Reino Unido, los servicios de obstetricia y de EII parecen haber continuado brindando una atención segura y eficaz durante la pandemia de COVID-19. La mayoría de las consultas se realizaron por teléfono y no de manera presencial. Las consultas telefónicas habrían demostrado ser eficaces durante la pandemia y podrían ser de utilidad, después de la pandemia, para realizar consultas remotas en las que no se requiera una exploración o un examen. Entre las pacientes incluidas en el presente estudio, solo hubo un caso sospechoso de COVID-19. Esto indicaría que las embarazadas con EII no tendrían mayor riesgo de contraer COVID-19. La tasa de bebés pequeños para la edad gestacional o prematuros resultó baja. Sin embargo, la tasa de cesáreas fue mayor que la esperada y la mayoría de estas se debió a intervenciones electivas. Un tercio de las cesáreas fueron por indicaciones de EII. La tasa baja de lactancia materna observada en el presente estudio (39%) podría estar asociada con la intención de las mujeres con EII de reducir cualquier transmisión potencial de terapias inmunosupresoras a sus bebés durante la pandemia. La interrupción de los productos biológicos durante el embarazo fue baja (29%). En general, los médicos en el Reino Unido interrumpen el tratamiento con biológicos antes del tercer trimestre, a menos que la paciente tenga EII activa o antecedentes de EII difícil de controlar.
La pandemia de COVID-19 habría modificado la forma en la que se brinda atención médica. Sin embargo, estos cambios no habrían afectado de manera negativa la atención prenatal de pacientes con EII. Además, se habrían registrados tasas bajas de infección por COVID-19 y de resultados adversos del embarazo durante la pandemia de COVID-19, entre las embarazadas con EII.