Resúmenes amplios

ADHESIÓN A LA DIETA MEDITERRÁNEA Y EMISIONES DE DIÓXIDO DE CARBONO


Madrid, España:
Se demuestra que el mayor consumo de verduras, frutas, legumbres, frutas secas, cereales integrales y carnes blancas se asocia con niveles reducidos de emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente CO2. En términos generales, la mayor adhesión a la dieta mediterránea se asocia con menor nivel de emisiones de CO2, de modo que el índice de adhesión a este tipo de dieta podría ser un indicador de la contaminación ambiental.

Environmental Health 22(1):1-10

Autores:
García S, Bouzas C, Tur JA

Institución/es participante/s en la investigación:
Instituto de Salud Carlos III (ISCIII)

Título original:
Carbon Dioxide (CO 2 ) Emissions and Adherence to Mediterranean Diet in an Adult population: The Mediterranean Diet Index as a Pollution Level Index

Título en castellano:
Emisiones de Dióxido de Carbono (CO2) y Adhesión a la Dieta Mediterránea en una Población Adulta: El Índice de Dieta Mediterránea como un Índice del Nivel de Contaminación Ambiental

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
2.58 páginas impresas en papel A4

Introducción

A pesar de las regulaciones implementadas en diversos países, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) han aumentado, con efectos sobre el cambio climático y los hábitos de vida. El dióxido de carbono (CO2) es uno de los principales GEI y, por lo tanto, su reducción es fundamental en términos de la agenda de las Naciones Unidas para 2030.

Los patrones dietéticos globales también se han modificado, en general, hacia hábitos de alimentación con efectos deletéreos sobre la salud de las personas. Esta nueva forma de vivir también es atribuible a la mayor demanda de proteínas de origen animal. La demanda de calorías vacías en cereales refinados, azúcares refinados, alcohol y aceites fue otro cambio global, de máxima relevancia en términos de salud.

Los nuevos hábitos alimentarios y los cambios dietéticos han afectado la cantidad de CO2 en la atmósfera, ya que las emisiones de los sistemas alimentarios representan alrededor de la tercera parte de las emisiones globales de GEI, y en 2015 representaron el 34% del total de equivalentes de CO2. Cada paso creciente en la cadena alimentaria se asocia con efectos adicionales en términos de la degradación del medio ambiente. El paso relacionado con la producción de alimentos es particularmente relevante en este sentido y por este motivo, la Eat Lancet Commission ha establecido la importancia de que se produzcan cambios tanto en la forma en la que comemos, como también en la manera en la que se producen los alimentos, con la finalidad de revertir la situación actual tan desfavorable.

En este escenario ha surgido el trilema de dieta-ambiente-salud; las dietas sustentables son aquellas que ejercen poco efecto ambiental, y que garantizan la seguridad nutricional y la vida saludable para las generaciones presentes y futuras. Estas dietas son protectoras, compatibles con la biodiversidad y los ecosistemas, culturalmente aceptables y accesibles, relativamente económicas, y nutricionalmente adecuadas, seguras y saludables, de modo que permiten optimizar los recursos humanos y naturales.

La dieta mediterránea tradicional es un modelo bien estudiado de dieta, en términos de los beneficios para la salud, en relación con los factores de riesgo cardiometabólicos y cardiovasculares, en poblaciones de alto riesgo. Hoy en día, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de mortalidad en los países desarrollados en general y en España en particular. Según la World Heart Federation, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, la obesidad, la diabetes, la inactividad física y las dietas no saludables son los principales factores de riesgo para los eventos cardiovasculares. La dieta mediterránea habitualmente se recomienda por sus efectos beneficiosos sobre la salud cardiovascular.

Esta dieta se caracteriza por el consumo elevado de frutas y verduras, cereales no refinados, proteínas de origen vegetal y grasas saludables, como las del aceite de oliva, nueces y pescado. El consumo reducido de productos animales, especialmente de carnes rojas procesadas, uno de los principales contribuyentes en las emisiones de CO2, es una de las características principales de la dieta mediterránea. Además de los beneficios sobre los ecosistemas, la restricción del consumo excesivo también es necesaria para disminuir la epidemia actual de obesidad. Los sujetos que adoptan la dieta mediterránea obtienen beneficios importantes en términos de salud y sería interesante conocer si este patrón de alimentación también se asocia con efectos ambientales favorables, en relación con la reducción de las emisiones de CO2. Por lo tanto, el objetivo del presente estudio fue determinar la asociación entre la adhesión a la dieta mediterránea con restricción energética y la cantidad de CO2 emitido en una población adulta.

Sujetos y métodos

El presente estudio fue un análisis transversal de los datos basales de un estudio multicéntrico en marcha de ocho años, de grupos paralelos y aleatorizado, realizado en 23 centros de España; el objetivo del estudio fue conocer los efectos de la pérdida de peso en asociación con la ingesta de una dieta mediterránea tradicional hipocalórica en combinación con actividad física y hábitos de vida vinculados con riesgo reducido de enfermedad cardiovascular y de mortalidad. Fueron contactados 9677 participantes, 6874 de los cuales reunieron los criterios de inclusión (hombres de entre 55 y 76 años, y mujeres de entre 60 y 75 años, con sobrepeso u obesidad, es decir índice de masa corporal de entre 27 y 40 kg/m2, y con al menos tres de los criterios que definen el síndrome metabólico, según las pautas del Association and National Heart, Lung and Blood Institute.

La muestra final para los análisis abarcó 6646 participantes. Los hábitos dietéticos se conocieron por medio de un cuestionario de frecuencia alimentaria (food frequency questionnaire[FFQ]) de 143 secciones, con nueve categorías según la frecuencia. Se calculó la cantidad de CO2 emitida por kg de alimentos consumidos, según la información de una base europea de datos, en función de la valoración del ciclo de vida (life cycle assessment[LCA]) de estudios recientes, con la consideración de la producción agrícola y los pasos de procesamiento de alimentos. La adhesión a la dieta mediterránea con restricción calórica (energy-reduced Mediterranean diet[erMedDiet]) se conoció con un cuestionario de 17 dominios. Se tuvieron en cuenta las características sociodemográficas, como el sexo, la edad, y el nivel de escolaridad, y las características antropométricas, como peso, talla, circunferencia de la cintura y de la cadera.

Las variables categóricas se compararon con pruebas de chi al cuadrado, en tanto que las variables continuas se analizaron con modelos de varianza ANOVA y pruebas post hoc de Bonferroni. Se aplicaron modelos de regresión lineal para determinar las asociaciones entre cada uno de los 17 dominios del cuestionario erMedDiet y la adhesión promedio a esta dieta (como variables dependientes) y los cuartiles de emisión de CO2 (como variable independiente); se calcularon los odds ratio (OR) como valores crudos y con ajuste por edad, sexo y nivel educativo. Los datos para la cantidad de emisiones de CO2 por sujeto y por día se distribuyeron en cuartiles: cuartil 1 (Q1), para los participantes con las emisiones más bajas (≤ 2.01 kg CO2/día), cuartilo 2 (Q2), para los sujetos con emisiones de entre 2.02 y 2.34 kg de CO2), cuartil 3 (Q3), para los individuos con emisiones de entre 2.35 y 2.79 kg CO2, y cuartilo 4 (Q4), para los participantes con los niveles más altos de emisiones por día (≥ 2.80 kg CO2/día). El Q1 se consideró el de referencia. Se estimaron las predicciones lineales con intervalos de confianza del 95% (IC 95%) entre los cuartiles de CO2 de la dieta y el puntaje del cuestionario de adhesión a la erMedDiet.

Resultados

Más hombres que mujeres se ubicaron en los cuartilos Q3 y Q4, es decir que las dietas de los varones se acompañaron de niveles más altos de emisiones de CO2. En comparación con los del cuartil más bajo de emisiones de CO2 por kg de alimento, los sujetos en el cuartilo más alto fueron por lo general hombres, de menos edad y con nivel educativo más bajo.

La adhesión a la erMedDiet se asoció de manera inversa con las emisiones de CO2 por kg de alimento. Se encontraron números más altos de participantes con niveles altos de adhesión a la dieta en los cuartiles Q1 y Q2. Al considerar el Q1 (≤ 2.01 kg CO2) como el cuartil de referencia, los OR crudos y con ajuste para la adhesión a la dieta mediterránea fueron más bajos en Q3 (OR de 0.69; IC 95%: 0.60 a 0.79) y en Q4 (OR de 0.48; IC 95%: 0.42 a 0.55), en comparación con Q2 (OR de 0.87; IC 95%: 0.76 a 1.00). Por lo tanto, los niveles más altos de adhesión a la dieta mediterránea se asociaron con cantidades menores de emisiones de CO2.

Conclusión

Se confirma que las personas con niveles más altos de adhesión a la dieta mediterránea emiten cantidades reducidas de CO2. Por lo tanto, la dieta mediterránea podría ser particularmente beneficiosa en términos de la protección del medioambiente, en relación con la emisión de GEI. Asimismo, el índice de la dieta mediterránea podría ser utilizado como un indicador del nivel de contaminación. Los hallazgos observados podrían ayudar a implementar estrategias de salud pública en relación con pautas dietéticas, al alentar la ingesta de dietas más saludables, para los individuos y el medio ambiente.



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