Programa Actualización Científica sin Exclusiones (ACisE)

Informes comentados


C.gif Cardiología C.gif
 
Informe
Autor del informe original
M Chalumeau
Institución: Necker-Enfants Malades University Hospital,
Paris Francia

COVID-19 y Síndrome Inflamatorio Multisistémico Similar a la Enfermedad de Kawasaki en Niños
Se describen las características de una serie de niños y adolescentes con síndrome inflamatorio multisistémico con similitudes a la enfermedad de Kawasaki, posiblemente vinculado con la infección aguda por SARS-CoV-2. Se comprobó una proporción inusual de pacientes con síntomas gastrointestinales y enfermedad de Kawasaki con shock como manifestación predominante.


Publicación en siicsalud
http://www.siicsalud.com/des/resiiccompleto.php/163920


Comentario
Autor del comentario
María Agustina Miragaya 
Instituto Médico Río Cuarto, Río Cuarto, Argentina


La enfermedad de Kawasaki es una patología de baja incidencia, que afecta a la población pediátrica, en la que un agente infeccioso (frecuentemente viral), desencadena una respuesta autoinmune dirigida a las paredes vasculares. La forma clínica de presentación es variable, pero siempre está presente la fiebre, astenia, el dolor osteoarticular y, a medida que la enfermedad avanza, puede perjudicar la vasculatura de varios territorios,siendo el territorio coronario uno de los más afectados (con aneurismas, ectasias, alteraciones en las válvulas cardíacas y en muchos casos miocarditis).
Por otro lado, ya es conocido el tropismo que presenta la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) por el tracto respiratorio y el parénquima pulmonar, pero también se sabe que puede dañar tejidos extrapulmonares. Dentro de estos, lo más
frecuente y alarmante es la lesión endotelial, ya sea por la infección per se como por la cascada inflamatoria consecuente. Esta lesión endotelial, puede derivar en disfunción microvascular y en la producción excesiva de trombina. Además, indirectamente, puede afectar el lecho vascular coronario, desencadenando desde síndromes coronarios agudos hasta miocarditis (lo más frecuente). Otro territorio vascular que vale la pena citar y podría resultar afectado es el renal, con la consecuente insuficiencia renal aguda.
Como se puede observar, la mayoría de los síntomas y algunos órganos diana, superponen los afectados por la enfermedad de Kawasaki con los del cuadro viral originado por el SARS-CoV-2, infección de la que estamos aprendiendo día a día, y que mantiene en vilo a los científicos del mundo en particular y a la población en general. La presencia de un síndrome inflamatorio multisistémico similar a la enfermedad de Kawasaki, con síndrome febril persistente en la población pediátrica con resultados positivos para SARS-CoV-2, motivó la realización de varios estudios para demostrar su asociación y conseguir un tratamiento óptimo, tanto en los casos leves como en aquellos de mayor gravedad.
El estudio Kawasaki-like multisystem inflammatory syndrome in children during the covid-19 pandemic in Paris, France: prospective observational study, analizó una población de menores de 18 años con diagnóstico de SARS-CoV-2 (por medio de dos hisopados nasofaríngeos y descartando por serología la presencia de otros agentes virales). De ellos, solo el 52% de los pacientes cumplía con los criterios completos para enfermedad de Kawasaki según la American Heart Association, mientras que los demás tenían la enfermedad incompleta. Todos ellos presentaban marcadores inflamatorios elevados (presentes en ambas patologías de manera individual). Los cuadros de miocarditis se hicieron presentes en el 76% de los casos; pero menos del 45% mostraron imágenes compatibles con enfermedad de Kawasaki en la radiografía de tórax o en la tomografía computarizada de tórax; el ecocardiograma evidenció anomalías en arterias coronarias en el 38% de los casos y pocos pacientes presentaron alteraciones en el electrocardiograma. El tratamiento instaurado fue inmunoglobulina endovenosa en altas dosis, aspirina, y en algunos casos corticoides. El 81% requirió ingreso a unidades de cuidados intensivos para soporte hemodinámico, lo que nos habla de una incidencia de shock séptico superior a la forma clásica de la enfermedad de Kawasaki, en la que el shock solo está presente entre un 1.5% a 7% de los pacientes.
Lo anterior permitió demostrar una asociación entre un síndrome inflamatorio multisistémico similar al Kawasaki, como resultado de una reacción posvirica, que presenta algunas diferencias con la forma clásica de esta enfermedad; fundamentalmente la mayor asociación con síntomas gastrointestinales (con poca afección coronaria y cardíaca, presentes en la forma clásica), una mayor incidencia en niños de ascendencia africana, y un mayor ingreso en unidades críticas por un incremento en la incidencia de shock.
El estudio tiene varios sesgos y limitaciones, desde el número de pacientes involucrados hasta el desconocimiento del comportamiento del coronavirus per se en la población pediátrica. Cuando una patología poco frecuente como la enfermedad de Kawasaki muestra una posible relación con el SARS-CoV-2 hay que aumentar los esfuerzos para aclarar su patogenia, acelerar su diagnóstico, e instaurar el mejor tratamiento posible; a pesar de que se necesitan más estudios que permitan demostrar una asociación más clara entre estas patologías.
Copyright © SIIC, 2020

Palabras Clave
síndrome inflamatorio multisistémico símil Kawasaki, niños, pandemia de COVID-19
Especialidades
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Informe
Autor del informe original
P Ssentongo
Institución: Penn State College of Medicine,
Hershey EE.UU.

Comorbilidades Preexistentes y Mortalidad por COVID-19
Los pacientes con COVID-19 y enfermedad cardiovascular, hipertensión arterial, diabetes, insuficiencia cardíaca congestiva, enfermedad renal crónica y cáncer tienen riesgo más alto de mortalidad, en comparación con los enfermos sin estos trastornos subyacentes. La prevención de la infección y las estrategias terapéuticas dirigidas a estos grupos particulares de riesgo podrían mejorar la supervivencia.


Publicación en siicsalud
http://www.siicsalud.com/des/resiiccompleto.php/164456


Comentario
Autor del comentario
María Luz Gunturiz Albarracín 
Investigadora Científica, Instituto Nacional de Salud, Bogotá, Colombia


El COVID-19 es una enfermedad multisistémica de la que aún se desconocen algunos de sus signos, síntomas y costo total en vidas humanas. Además se cuenta con datos e información limitada acerca del impacto de las enfermedades preexistentes y acerca de si todas ellas aumentan el riesgo de enfermarse gravemente a causa del COVID-19. Los síntomas generales del COVID-19 son relativamente inespecíficos y similares a otras infecciones virales comunes dirigidas a las vías respiratorias, e incluyen fiebre, tos, mialgia y falta de aliento, entre otros. Su espectro clínico varía de enfermedad leve con signos y síntomas inespecíficos de enfermedad respiratoria aguda, a neumonía severa con falla en la respiración y choque séptico. Además, se ha descrito la existencia de infección asintomática, sin embargo,
las investigaciones para elucidar la prevalencia real de la enfermedad y la verdadera tasa de mortalidad relativa aun están en desarrollo a nivel mundial. (1, 2) De acuerdo con los CDC, las personas de cualquier edad con ciertas afecciones subyacentes tienen mayor riesgo de enfermarse gravemente a causa del COVID-19. Dichas afecciones además de las enfermedades crónicas mencionadas por Ssentongo y col., (3) incluyen: cáncer, enfermedad renal crónica, EPOC, obesidad, diabetes mellitus tipos 1 y 2; asma, estado inmunodeprimido por trasplante de órganos, condiciones cardíacas graves, como insuficiencia cardíaca, enfermedad de las arterias coronarias o miocardiopatías, hipertensión o presión arterial alta, anemia drepanocítica, enfermedad cerebrovascular, fibrosis quística, inmunodeficiencias, VIH, uso de corticosteroides o de otros medicamentos que debilitan el sistema inmunológico, condiciones neurológicas como la demencia, enfermedad del hígado, fibrosis pulmonar, talasemia, ser fumador, entre otros (4). Adicionalmente y de acuerdo con la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO)(5) es importante considerar el impacto potencial de la hiperglucemia y la hipertensión preexistentes en el resultado de COVID-19 en mujeres embarazadas. Por otra parte, aunque se ha descrito que los niños tienen bajo riesgo de enfermarse gravemente por el COVID-19, aquellos con complejidades médicas, como las afecciones neurológicas, genéticas o metabólicas, o enfermedad cardiaca congénita tienen alto riesgo de enfermarse. (4) Lo que ya esta más que esclarecido es que el riesgo de tener síntomas severos por COVID-19, puede aumentar en las personas mayores y en personas de cualquier edad que tienen problemas de salud graves como las mencionadas anteriormente y en aquellas en condiciones de pobreza, ya que esta ampliamente descrito que la incidencia de factores de riesgo como la diabetes, la hipertensión y la obesidad es generalmente mayor entre los pobres. Por ejemplo, en Argentina y Uruguay la prevalencia de algunos de esos factores de riesgo es entre 5 y 8% más alta en las personas con bajos niveles de educación que entre las más educadas y es más probable que los pobres tengan comorbilidades que aumenten el riesgo de padecer complicaciones por el virus. (2, 6, 7) Sumado a ello, gran parte de la población no sabe que padece un factor de riesgo y no está consciente de los problemas de salud subyacentes que son relevantes para la gravedad del COVID-19.
Para América Latina y el Caribe que no están incluidas en el artículo de Ssentongo y col., se estima que 137 millones de personas (21% de su población), tienen al menos un factor que los pone en mayor riesgo de padecer en forma grave la enfermedad COVID-19, de acuerdo con el Global Burden of Disease Study. La prevalencia de una o más afecciones es de aproximadamente el 48% para las personas de 50 años o más y del 74% para las de 70 años o más. Datos recientes de encuestas de salud representativas a nivel nacional en Argentina, Brasil, Ecuador, Guyana, México, Perú y Uruguay, muestran que la prevalencia de la obesidad, hipertensión y colesterol alto en personas mayores de 20 años es superior al 30% en la mayoría de los países, y más del 40% en otros como México (2, 6, 7).
Ha sido reportado que las enfermedades no transmisibles –como las cardíacas, el cáncer y los accidentes cerebrovasculares- son las principales causas de muerte en las Américas, con una tasa de mortalidad para enfermedades no transmisibles de 427,6 personas por cada 100 mil habitantes en toda la región, siete veces más alta que la tasa de mortalidad por enfermedades infecciosas, con 59,9 personas por 100 mil habitantes. En adultos, las tasas de sobrepeso y obesidad son muy elevadas: el 64% de los hombres y el 61% de las mujeres tiene sobrepeso u obesidad y adicionalmente el 39% de los adultos no realiza suficiente actividad física. La presión arterial alta afecta al 21% de los varones y al 15% de las mujeres, mientras que la diabetes mellitus al 9% y al 8%, respectivamente. (2, 8) Es de mencionar que las tasas de mortalidad pueden estar sobre o subestimadas en todos los países ya que en los servicios de salud que están sobrecargados por la respuesta pandémica, es posible que algunas muertes que no son causadas directamente por COVID-19, sino por causas complejas frecuentes en los decesos de personas con comorbilidades de base, sean atribuidas indirectamente al COVID-19, pero también puede ocurrir que en personas fallecidas con cuadros leves o moderados no se atribuya al COVID-19 como cusa de muerte, sino que se asigne incorrectamente una causa de muerte más general.(9) De acuerdo con lo anterior es importante que a nivel clínico se tenga actualizada la lista de enfermedades preexistentes asociadas con mayor riesgo al COVID-19, con base en resultados de investigaciones a nivel mundial, con el fin de prestar la mejor atención posible a los pacientes, e informar a las personas acerca de cuál es su nivel de riesgo con el fin de generar conciencia y se puedan tomar decisiones individuales acerca de la prevención de la enfermedad, como bien lo mencionan Ssentongo y col., en el artículo que sirve de base para este comentario.
Copyright © SIIC, 2020 Referencias:
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Ssentongo P, Ssentongo AE, Heilbrunn ES, Ba DM, Chinchilli VM. Association of Cardiovascular Disease and 10 Other Pre-existing Comorbidities with COVID-19 Mortality: A Systematic Review and Meta-analysis. PLoS One. 2020; 15(8): e0238215. https://doi.org/ 10.1371/journal.pone.0238215.
CDC. Enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19). Disponible en: https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/need-extra-precautions/people-with-medical-conditions.html. Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia. Enfermedades no transmisibles y COVID-19. Disponible en: https://www.figo.org/es/enfermedades-no-transmisibles-y-covid-19.
Clark A, Jit M, Warren-Gash C, Guthrie B, Wang HHX, Mercer SW, et al. Global, regional, and national estimates of the population at increased risk of severe COVID-19 due to underlying health conditions in 2020: a modelling study. The Lancet. 2020; June 15. https://doi.org/10.1016/S2214-109X(20)30264-3.
Berlinski S, Gagete-Miranda J, Vera-Hernández M. Los problemas de salud, la pobreza y los desafíos de COVID-19 en América Latina y el Caribe. Disponible en: https://blogs.iadb.org/ideas-que-cuentan/es/los-problemas-de-salud-la-pobreza-y-los-desafios-de-covid-19-en-america-latina-y-el-caribe/. Acceso septiembre 10 de 2020. Organización Panamericana de la Salud. Últimos “Indicadores Básicos” de la OPS arrojan luz sobre la situación de salud en las Américas. Disponible en: https://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=14960:ultimos-indicadores-basicos-de-la-ops-arrojan-luz-sobre-la-situacion-de-salud-en-las-americas&Itemid=1926&lang=es. Acceso julio 10 de 2020. Alvarez Castaño VH, Ministerio de Salud y Protección Social. Exceso de mortalidad en Colombia 2020. Junio 23 de 2020.

Palabras Clave
enfermedad cardiovascular, comorbilidades preexisentes, mortalidad, COVID-19
Especialidades
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Informe
Autor del informe original
EL Fosbøl
Institución: University Hospital Copenhagen,
Copenhague Dinamarca

Efectos de los Inhibidores del Sistema Renina-Angiotensina sobre el Diagnóstico y la Mortalidad por COVID-19
El antecedente de tratamiento con inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina o bloqueantes de los receptores de angiotensina no se asocia significativamente con el diagnóstico de COVID-19 en pacientes con hipertensión arterial; tampoco se vincula con enfermedad grave ni con la mortalidad, en pacientes con diagnóstico de COVID-19. Los resultados en conjunto no avalan la interrupción del tratamiento con estos agentes.


Publicación en siicsalud
http://www.siicsalud.com/des/resiiccompleto.php/164007


Comentario
Autor del comentario
María Luz Gunturiz Albarracín 
Investigadora científica, Instituto Nacional de Salud, Instituto Nacional de Salud, Bogotá, Colombia


Los primeros datos reportados sobre COVID-19 evidencian que las personas más vulnerables a la infección tienen enfermedades preexistentes que incluyen diabetes mellitus (DM), hipertensión arterial (HTA), enfermedades cardiovasculares e inflamación crónica(1). No existen muchos datos disponibles que indiquen si los pacientes con hipertensión que toman inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o bloqueantes de receptor de angiotensina tienen aumento de mortalidad por infección por COVID-19. Los medicamentos que actúan sobre el sistema renina-angiotensina (SRA), en particular los IECA y los antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA II) se utilizan con diferentes indicaciones en pacientes con HTA, cardiopatías, DM y diferentes comorbilidades.
Recientemente se ha descrito que la expresión aumentada de enzima convertidora de angiotensina 2 (ECA2) en células alveolares
AT2, miocardio, riñón y páncreas puede favorecer una mayor unión celular de COVID-19 (2). ECA cataliza la conversión de la prohormona, angiotensina (Ang) I al octapéptido, AngII), mientras que ECA2 convierte AngII en Ang1–7. AngII, a través de la activación de los receptores Ang II tipo 1a induce vaso constricción y proliferación, mientras que Ang1–7 estimula la vasodilatación y suprime el crecimiento celular (3). El SARS-CoV se une a la ECA2 y las proteínas espiga (S) (proteínas esenciales para la entrada viral en las células huésped) se unen al receptor dipeptidilpeptidasa 4 (DPP4 o CD26) de la célula huésped que se expresa ampliamente en las células intestinales, alveolares, renales, hepáticas y de próstata, así como en los leucocitos activados. Luego, los virus se replican en las células blanco con la liberación de viriones maduros, que, a su vez, invaden nuevas células blanco. Se ha descrito que las proteínas SARS-CoV se dividen en dos subunidades, S1 y S2, respectivamente, y los aminoácidos 318-510 del S1 representan el dominio de unión al receptor que se une a ECA2 (4-6). Una vez unido a ECA2, el COVID-19 disminuye la expresión celular de ECA2, y la acción sin oposición de AngII contribuye a la lesión pulmonar aguda (3). La unión a ECA2 solo no conduce a una lesión pulmonar grave, como se observa con otros HCoV como el NL63(7). Se desconoce si el COVID-19 causa una regulación negativa de la ECA2 pulmonar, y si existe un potencial para efectos saludables o terapéuticos, de los bloqueadores de los receptores de Ang II, inhibidores de la ECA, TZD, agonistas de GLP-1 y estatinas en el contexto de baja expresión de ECA2. Sin embargo, hay algunos estudios que indican que DPP4 está directamente involucrado en la adhesión celular y la virulencia de SARS-CoV-2, por lo que la inhibición de DPP4 puede ayudar a tratar este nuevo coronavirus. DPP4 también podría desempeñar un papel en la inflamación, que se asocia con casos graves de COVID-19. Los estudios preliminares muestran que el uso de medicamentos inhibidores de la DPP4 puede inhibir la replicación del coronavirus en las células humanas al unirse directamente al virus(4-6). Últimamente se han publicado varios estudios procedentes de China que sugieren que el tratamiento con antihipertensivos del tipo IECA y/o ARAII podría ser un factor de riesgo de gravedad e incluso de mortalidad para pacientes hospitalizados infectados con el COVID-19 (8) y que el tratamiento con ARAII podría actuar como factor de protección de dichas complicaciones (9). Sin embargo, hasta la fecha, no existen datos clínicos que confirmenuna mayor gravedad en la evolución de la infección en pacientes tratados con IECA o con ARAII, entre otras razones, porque las recomendaciones están basadas principalmente en hallazgos experimentales (en modelos in vitro y en estudios en animales), sin evidencia de un efecto clínico tangible en seres humanos, como lo indican Fosbøl y colaboradores (10), autores del articulo original aquí presentado. Por otra parte, muchos de los enfermos infectados por COVID-19 son pacientes de edad avanzada que tienen patologías de base como DM, HTA, enfermedad cardiaca y cardiopatías isquémicas, las cuales a su vez son factores de riesgo de una mayor gravedad y mortalidad por COVID-19, por lo que es factible que muchos de ellos estén tratados con IECA o ARAII, sin que ello indique que el tratamiento antihipertensivo sea el factor que agrava su pronóstico por la infección por COVID-19. Para el manejo clínico de pacientes graves infectados con COVID-19 y que reciban tratamiento con IECA, ARA-II u otros antihipertensivos, es necesario que los médicos tratantes realicen una valoración de la situación hemodinámica del paciente para definir si es relevante el mantenimiento del tratamiento con los medicamentos mencionados (11).
Debido a las controversias sobre el uso de estos medicamentos, se han publicado varios estudios clínicos en los que no se observa ningún efecto desfavorable del tratamiento con IECA/ARAII en la evolución de los pacientes con COVID-19 (10). Uno de ellos realizado en España analizó si existía diferencia en la hospitalización de pacientes en tratamiento con IECA o ARA II respecto a los tratados con otros antihipertensivos. Los pacientes hospitalizados por COVID-19 procedían de siete hospitales y los controles poblacionales se obtuvieron de la base de datos BIFAP (12).En estos estudios no se observaron diferencias en cuanto al requerimiento de hospitalización por COVID-19 en pacientes tratados con IECA o ARAII respecto a los tratados con otros medicamentos antihipertensivos (13). De la misma forma, se han publicado varios estudios que analizan si el uso de IECA/ARA II supone un factor de riesgo para contraer la infección ó si su uso está asociado con el resultado positivo en las pruebas diagnósticas para COVID-19 (14-16), si están asociadoscon la severidad de la enfermedad (14,17) o con la mortalidad en pacientes infectados, concluyendo que en ninguno de estos estudios se observó un aumento de riesgo asociado al uso de IECA o ARAII para las variables estudiadas (17,18).
Al carecer de más pruebas de riesgo o beneficio, el Colegio Americano de Cardiología, la Asociación Estadounidense del Corazón, la Sociedad Estadounidense de Hipertensión, la Sociedad Española de Cardiologíay la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), entre otras, han recomendado que los pacientes hipertensos deben continuar el tratamiento con su terapia antihipertensiva habitual(19, 20). Algunas de las recomendaciones puntuales indican que “los pacientes en tratamiento con medicamentos de estos grupos deben continuar con el tratamiento, sin que actualmente esté justificada una modificación del mismo” y que “en los pacientes con infección por COVID-19 con síntomas severos o sepsis, tanto los antihipertensivos que actúan sobre el sistema renina angiotensina como otro tipo de antihipertensivos, deben de manejarse de acuerdo con las guías clínicas, teniendo en cuenta la situación hemodinámica del paciente” (11, 21, 22).
Por otro lado, la suspensión de los tratamientos muy probablemente no se traduciría en una reducción inmediata de ECA2, por lo que de ser cierta la hipótesis, el efecto no sería inmediato y sí podría aumentar a corto plazo el riesgo de complicaciones relacionadas con la patología que se está tratando(10, 11).
Referencias:

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Palabras Clave
inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, bloqueantes de los receptores de angiotensina, diagnóstico, mortalidad, COVID-19
Especialidades
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Informe
Autor del informe original
B Mullen
Institución: American College of Cardiology,
Washington DC EE.UU.

Guía Clínica de COVID-19 para el Equipo Cardiovascular
El objetivo de la presente guía, destinada específicamente para los cardiólogos, es complementar, pero no reemplazar las recomendaciones vigentes de los Centers for Disease Control and Prevention, de las autoridades locales y de las distintas instituciones.


Publicación en siicsalud
http://www.siicsalud.com/des/resiiccompleto.php/163446


Comentario
Autor del comentario
Luz Gracia Don 
Hospital San Martín, Hospital San Martín, Paraná, Argentina


El artículo comienza con un consejo que creo que todos los que estamos en la línea de fuego en la atención de pacientes con esta patología debemos siempre tener en cuenta; y ese es que, para cuidar bien a nuestros pacientes primero debemos protegernos a nosotros mismos. Utilizando guantes, máscara, lavándonos las manos con frecuencia e higienizando tanto las superficies como los objetos que utilizamos como el estetoscopio, los teléfonos celulares, los periféricos de la computadora, etc. Tener esto presente es fundamental para poder cumplir de forma adecuada nuestro trabajo.
Por otro lado, también vale aclarar que todos los artículos publicados hasta el momento, incluido este, están sujetos a revisión ya que los conocimientos sobre esta patología están cambiando continuamente y lo que hoy
aceptamos como verdad mañana puede no serlo.
Una vez descritos los preliminares, el artículo focaliza en el contexto general de la patología, comentando la mortalidad que en general oscila en un valor aproximado de 2.3%. Sabemos que 80% de los pacientes presentan síntomas leves y se recuperan sin una intervención médica específica. Sin embargo, la mortalidad se incrementa en forma significativa con la edad, siendo 8% entre los 70 y 79 años, y 14.9% por encima de los 80 años.
Los datos publicados hasta el momento nos dicen que las condiciones comórbidas también incrementan la posibilidad de adquirir COVID-19 y también su mortalidad es más alta que en la población general, por ejemplo, los pacientes con cáncer tienen 5.6% de mortalidad, la hipertensión 6%, la enfermedad respiratoria crónica 6.3%, la diabetes 7.3%, los que padecen enfermedad cardiovascular 10.5%.
Entre las complicaciones cardíacas, las arritmias son las más frecuentes (aproximadamente 16.7%), y 7.2% experimentan lesiones cardíacas agudas.
La insuficiencia cardíaca aguda, el infarto de miocardio, la miocarditis y el paro cardíaco son las complicaciones más frecuentes.
Los pacientes críticos con enfermedades cardiovasculares y COVID-19 pueden llegar a requerir ECMO arterio-venoso y veno-venoso.
Los pacientes con enfermedades cardiovasculares deben recibir nuestro consejo para evitar contagiarse ya que tienen un riesgo incrementado de contraer el virus y mayor mortalidad.
Por otro lado, debemos estar siempre atentos ya que puede pasarse por alto el diagnóstico de infarto de miocardio.
En los pacientes internados con condiciones cardiovasculares debemos tener como siempre mucho cuidado con la reposición hidrosalina y evitar la sobrecarga.
Debemos aconsejar bien a nuestros pacientes para que mantengan en forma adecuada su sistema inmunológico, que coman bien, duerman bien y eviten o manejen en forma adecuada el estrés. Lo que debemos siempre tener en cuenta y remarcar el buen uso de los sistemas de protección personal y entrenar continuamente al personal de salud y continuarlo en forma regular para evitar que puedan cometerse errores, ya que la correcta utilización de estas salva vida.
También debemos ser precavidos en el uso de angioplastia y de cirugías de revascularización coronaria.
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Palabras Clave
guía clínica, COVID-19, equipo de atención cardiovascular
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